No os podéis imaginar la gran alegría que me llevé el domingo cuando vi que la sala de Chafalladas donde íbamos a hacer el taller de robótica estaba llena de chicas. Por desgracia no es habitual ver a las chicas interesadas en temas de ingeniería. Y no porque se nos dé mal, ¡qué va!, ayer las chicas del taller lo demostraron con creces. Con una enorme capacidad de atención, mucha inteligencia espacial y gran habilidad, montaron los robots, imaginaron figuras nuevas y se divirtieron. Bueno, nos divertimos todos, ellas, yo y los chicos que también había.
Y es que la robótica no es cosa de chicos, ni de chicas, es cosa de todos, de trabajo en grupo, de creatividad, de habilidad, de atención, de perseverancia... Y eso no tiene género, sin lugar a dudas.
Os dejo aquí el enlace a un precioso cuento, Rosie Revere, de una niña que tiene un sueño: ser ingeniera. Me gusta pensar que con nuestros talleres contribuimos a que cualquier niño o niña, que como Rosie Revere no pare de imaginarse inventos, pueda llevarlos a cabo y tenga modelos, masculinos y femeninos que puedan iluminarle el camino.
Gracias a todas las niñas, mujeres, niños y hombres que compartieron con nosotros el taller. Fue un verdadero placer.
Lía
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