miércoles, 4 de marzo de 2015

Robots en la Escuela de Personas Adultas San Federico

Tengo una historia muy personal que contaros. Tiene que ver con la robótica y la tecnología, pero sobre todo, tiene que ver con personas. Y especialmente con mujeres mayores. Esas mujeres que tanto me han enseñado durante los años que he compartido y comparto con ellas, orgullosa de formar parte de la comunidad de la la Escuela de Personas Adultas San Federico. Nunca he visto yo tanto amor por aprender, esfuerzo y pasión como en las mujeres de esta escuela, un lugar, sin lugar a dudas, privilegiado por lo que en ella se vive.

En esta Escuela, así con mayúsculas, el viernes 16 de enero hicimos un taller de introducción a la robótica. Nunca habíamos hecho un taller para adultos y no sabíamos cómo iba a funcionar, aunque yo tenía la enorme tranquilidad de jugar en mi casa, y la seguridad de una audiencia ávida siempre por aprender cosas nuevas. Hablamos de robots, de cómo se habían introducido lentamente en nuestras vidas, de los hijos que tienen un aspirador robótico, de la lavadora que regula el lavado dependiendo de lo sucia que está la ropa, de los coches que aparcan solos... Y del futuro que es casi presente, con robots exploradores y robots cuidadores. Alguna quería uno ya para poder quedarse en casa y no tener que ir a una residencia. ¡Qué buena idea!, me dijeron. ¡Qué lujo contar con mujeres con mente tan abierta!


Y también construimos robots. Costó esfuerzo, para manos que han trabajado mucho y sufren de artrosis no es sencillo manejar los remaches y la herramienta. Pero a estas mujeres, la vida les ha dado perseverancia. Y lo conseguimos. Pusimos nuestros perros a caminar y como niñas jugamos con ellos.

 Este taller, tan especial para mi, me ha dado mucho que pensar. Es fundamental, es verdad, darle a las nuevas generaciones, a los más jóvenes, las herramientas que van a necesitar en el futuro. Tenemos que cuidar con esmero que las niñas tengan igualdad real de oportunidades, que puedan jugar con lo que ellas quieran, que no tengan el peso del papel de género, que ni por un momento duden de que la tecnología también es cosa de mujeres. Pero, gracias a este taller de la Escuela San Federico, también he entendido que es importante no olvidarnos de los más mayores. No dejar de lado a todas esas personas, mujeres en su mayoría que no han tenido acceso a la tecnología, a veces ni a la educación, pero que conservan toda la curiosidad de las niñas que fueron, las ganas enormes de aprender por el placer de hacerlo, por conocer, por saber más... También este mundo tecnológico es de ellas, también ellas van a ver los robots, también van a usarlos, también tienen derecho a saber qué pasa detrás de una puerta que se abre cuando nos ponemos delante, de una aspiradora que limpia la casa sola. Se acerca el 8 de marzo y yo no dejo de pensar en todas estas mujeres trabajadoras de las que está lleno el mundo, de mujeres de mente amplia y ojos abiertos para aprender. También los robots son para ellas . No las olvidemos.

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