jueves, 13 de febrero de 2014

Jugar es un asunto muy serio

No voy a contaros sobre el juego nada que antes no se haya escrito. A nadie le cabe hoy en día la más mínima duda de la importancia del juego en los procesos de aprendizaje de los niños. Pero sí que voy a compartir con vosotros una pequeña reflexión que me ha surgido a raíz del taller del viernes pasado en el ayuntamiento de Boadilla. Salimos todos pletóricos, niños y mayores. Durante la sesión terminamos de construir un robot cocodrilo, tuvimos nuestras dificultades, pero antes o después todos terminamos. A los que terminaron pronto les sugerimos que modificasen el robot a su gusto; sin mucho éxito. Reservamos la segunda mitad de la sesión para jugar: hicimos carreras con los cocodrilos y una competición de sumo (tan típica en los robots) donde dos cocodrilos se enfrentaban en un tatami, quedando eliminado aquel que sacaba dos patas fuera del tapete. Tras la primera ronda tuvimos un auténtico despliegue de imaginación e ingeniería, donde niños y niñas (incluso aquellos que habitualmente no son tan entusiastas) modificaron sus robots para hacerlos más aptos para la lucha.










Los adultos mirábamos con asombro las creaciones de los chavales. Quedé fascinada por su ingenio, no exento de lógica y de explicaciones... Y en mi cabeza quedó la idea de que jugamos poco. Y probablemente por eso dejamos de aprender cosas fantásticas, y por eso tenemos dormida la creatividad. A pesar de que los expertos hace muchos años que dicen que el juego es parte sustancial del aprendizaje, incluso que es una de las características esenciales del ser humano.

Embarcamos a los niños en interminables tardes de deberes, idiomas, y qué se yo cuántas actividades "de provecho" más. Y les falta tiempo para jugar. Reivindicamos, sin duda alguna, el juego. Vamos a jugar con nuestros robots a todo lo que se nos ocurra. Ya os iremos contando.

Y para terminar, creo yo, esto ya sin estudios que lo corroboren, que esto que aplica para los niños, también valdrá para los adultos. Deberíamos jugar más, por supuesto con nuestros hijos, nietos, sobrinos... pero también con nuestras parejas, con nuestros amigos, e incluso solos, ¿por qué no? Seguro que lo pasamos fenomenal.

Lía

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